Se presume siempre la buena fe, y corresponde la prueba a aquel quien alega lo contrario. Basta que la buena fe haya existido al momento de la adquisicion, para que un acto este revestido de buena fe.
Se presume siempre la buena fe, y corresponde la prueba a aquel quien alega lo contrario. Basta que la buena fe haya existido al momento de la adquisicion, para que un acto este revestido de buena fe.